Agendas con horarios flexibles
de usar y llorar.
Relojes digitales (sin cadenas)
que te encarcelan.
Encierro perpetuo y vacío en
papel de regalo.
Los caballos con sus riendas,
las rosas en el jarrón y el atún;
en lata.
Al final sólo nos quedará lo que
no tenemos.
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